jueves, 15 de abril de 2010

Las Cofradías de Semana Santa, Orígenes Devocionales y Religiosos

¿Cuáles eran las características de las cofradías originariamente? ¿A qué se dedicaban? ¿Cuáles eran sus fines, sus deberes y obligaciones? No sólo han existido y existen cofradías de Semana Santa (finales del siglo XV o del siglo XVI), sino que han sido de muchas clases, fines o tipos, y cada una ha evolucionado de manera distinta.

Pero lo que siempre ha sido una constante en las Hermandades y Cofradías, a lo largo de toda su historia, es el hecho de que todas han tenido, tienen y tendrán una apoyatura humana. Otro rasgo importante es que las cofradías son las instituciones más auténticamente laicales, dentro del seno de la Iglesia. La diversidad de estas cofradías procede de sus diferentes fines:

- La devoción y el culto. Son, sin lugar a dudas, las más antiguas y más numerosas en la Época Medieval, siglos XI, XII y XIII; el culto a María, constante desde el siglo XII; el culto a Cristo, desde los siglos XIV y XV; etc.

- El entierro de los difuntos.

- La atención de un hospital (cofradías hospitalarias). La cofradía se determina a fundar y atender un hospital.

Inicialmente una cofradía de Semana Santa o de Pasión es la asociación de fieles que une dos elementos: en primer lugar la contemplación de la Pasión y Muerte de Cristo y, en segundo lugar, la imitación de los dolores de Cristo en su Pasión y Muerte por medio de una penitencia pública que se concreta en la autoflagelación llevada a cabo durante la realización de la “Estación de Penitencia”. Éstos fueron los elementos constitutivos de este tipo de cofradías en su aparición durante el primer cuarto del siglo XVI.

Las cofradías de Semana Santa necesitaron de un clima teológico y devocional propicio para su fundación. En la historia de la devoción de la persona de Jesús podemos trazar una raya a comienzos del siglo XIII. Con anterioridad la devoción se fijó más en su carácter divino, Dios en la Tierra. Pero a partir del siglo XIII y, sobre todo, de la figura de san Francisco de Asís, se origina un nuevo camino: la devoción de la humanidad de Jesús. A lo largo de los siglos XIV y XV, se contemplará la Pasión y Muerte de Jesús, desde el prisma del dolor, el sufrimiento. Esta forma de ver la Pasión será la originaria de la penitencia, como imitación del dolor de Jesús. En concreto, algunos motivos fueron objeto de mayor contemplación y devoción:

- La Cruz. La Verdadera Cruz de Jesús, que Santa Elena hallaría en Jerusalén hacia el 335. La Cruz donde Cristo había vencido, cuya fiesta se celebraba en tiempo de Pascua de Resurrección. A finales del siglo XV se va a producir un cambio, de Cruz gloriosa y victoriosa vamos se va a convertir en una Cruz suplicio, signo que nos dice también el carácter penitencial de las Hermandades.

- La Sangre de Cristo. Junto a la Cruz, fue otro de los grandes motivos de devoción durante los siglos XIV y XV, especialmente, el fragmento de la lanzada: "…un soldado le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua". Nos hallamos ante un milagro que revela la realidad del sacrificio y la divinidad de Jesús. La importancia de este pasaje es la concepción sacramental del mismo, ya que la teología antigua, en la época en que se originan las primeras cofradías, interpretaba la salida de la sangre como símbolo de la Eucaristía y la del agua como símbolo del Bautismo.

La devoción a la Sangre de Cristo es la que produjo el cambio de la devoción de la Verdadera Cruz gloriosa a la Verdadera Cruz pasionaria. Así, la mayoría de las cofradías de la Santa Vera Cruz y sus Crucificados aparecen como cofradías de la Santa Vera Cruz y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.

- Otras devociones similares difundidas durante los siglos XIII al XV influyeron en la aparición de las cofradías, tales como las Cinco Llagas, los Clavos, la Corona de Espinas, la Santa Faz de Cristo o las Caídas.

Para que sepamos un poco más acerca del legado que ha llegado a nuestras manos. Para que no lo desperdiciemos ni lo dejemos caer en el olvido. Para que, con nuestro trabajo y esfuerzo, consigamos que nuestras imágenes reluzcan con luz propia, por los siglos de los siglos. Amén.

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